lunes, 8 de septiembre de 2014

Cerati: La muerte de un perro

Por: Mimo Infernal

Tragedias pasan en el mundo, todos los días, cada hora, cada minuto, cada segundo. Estos hechos fatales y otros que no lo son tanto, llegan a afectar desde una sola persona hasta masas enteras. el jueves pasado fue inusualmente doloroso: Mi vecina tiró su helado en la tarde, Edgar se volvió a caer, se me perdió mi pluma favorita en la escuela, y cientos de tragedias más azotaron al mundo, pero dos en especial causaron un revuelo espectacular:

Primero que nada, la prodigiosa presentadora, actríz, comediante y conocida perra norteamericana, Joan Rivers, falleció este jueves cargando con ella no sólo sus 81 años de edad y todas sus crujías plásticas, sino también un legado de crítica constructiva destructiva, de comedia negra y picante, pero sobre todo, de una mujer que incursionó en un campo en el que los hombres tenían el total dominio: El Stand Up. Bienvenida sea Joan Rivers al cielo de las perras que tiene mucho, MUCHO qué criticar.



Pero a pesar de la perdida de Rivers, su muerte pasó desapercibida por dos razones: Primero que nada, su hija Mellisa Rivers fue quien decidió desconectar a su madre tras un coma inducido algunos días antes de su muerte -no, absolutamente nadie lo esperaba-, por lo que más que perdida personal y física de sus familiares, amigos y fans, fue de la pérdida de la imagen que la propia Rivers se forjó a través de los años.

En segundo lugar -y de hecho, es el más importante-, es que otro hecho trágico fue el que sacó del camino a la perdida de doña Joan, pues para muchos resultó mucho más importante. La perdida de un artista que yacía en una cama y que vivía únicamente gracias a aparatos médicos a los que estaba conectado: Gustavo Cerati.

La noticia de la muerte de Cerati llegó a territorio mexicano un par de ser publicada oficialmente por sus familiares a través de un comunicado, además de un tweet en la página oficial del músico. La causa de la muerte fue un paro respiratorio, en el que el paciente no sufrió absolutamente nada.

Pero, ¿alguien recuerda como es que Cerati llegó a ser la leyenda en la que se convertiría tras su muerte? O mejor aún, ¿alguien se acuerda de porqué diablos terminó en coma?

Para quienes no lo sabían, el argentino comenzó su carrera musical -oficial y profesionalmente hablando- con la banda Soda Stereo, la cual formó con su en ese entonces amigo, Hector Zeta en 1982, mismo año en que la banda comenzaría a triunfar musicalmente, pegando con temas tan comocidos como “De música ligera” y “Persiana Americana” no sólo en Argentina, sino rompiendo las barreras latinoamericanas, pegando incluso dentro de Estados Unidos y algunos lugares de Europa.

Su carrera musical no se limitó al Sueño Stereo, ya que durante ciertos deslices que tuvo con su banda, Cerati dedicó su atención proyectos en solitario que le hizo notar a su público otra parte de quien es él, musicalmente hablando -toma nota, Bunbury-. Su trabajo fue tan notable, que llegó a trabajar con el guitarrista de la ya no tan extinta Pink Floyd, Roger Waters.

Su quehacer de leyenda y de rompecorazones llegaría a su fin en 2010, cuando después de una presentación en Caracas, Venezuela, en la que Cerati sufrió de un accidente cerebro-vascular, mejor conocido como derrame cerebral, en el que, después de serias complicaciones durante una cirugía de intervención, se convertiría en una lechuga.



Es extraño dedicar tres párrafos a la historia del líder de Soda Stereo, cualquiera diría que no se merece demasiado. El problema aquí radica en la calidad de las personas que salieron a dar el último adiós al cantante, tal cual John Lennon en Nueva York o a Pedro Infante en el D.F. ¿Quién puede asegurar conocer de lleno la faceta sinfónica de Cerati? ¿O su etapa incursionando en la música electrónica? Sí, eso creí.

El fallecimiento de Cerati conmovió el corazón de los rockeros de antaño, aquellos nacidos a mediados y finales de la década de los 70, que crecieron y admiraron a Soda Stereo desde su inicio. De los rockeros latinos que nacieron en la década de los 80 y que vieron su carrera subir y bajar en Soda Stereo, pero que al mismo tiempo vieron su resurgimiento como solista en distintas fases.

¿Y qué hay de aquellos que nacieron en los 90? ¿En el nuevo milenio? ¿Quién de nosotros recordaría todo eso? Quizá sólo los que tuvieron papás rockeros, o que de plano, de verdad admiraban al tipo. La hipocresía por la perdida de un famoso es algo totalmente común, pero triste al mismo tiempo.

De hecho, es tan común que a una “reportera” de espectáculos con una carrera ya muy avanzada en este ámbito, se le fue el pedo y mató al hermano de Cerati en twitter. Pero imaginen, si esto le pasó a ella, ¿A cuántos cientos de miles más les pasó también?



Hay que reconocerlo, Gustavo Cerati no era ningún genio como lo fue Frank Zappa, ni como Andres Segovia, ni Tony Levin. Era un músico muy talentoso, sí, pero sobre valuado también, y su estatus de leyenda del rock que acaba de ganar, se debe justamente a eso: Una buena estrategia de imagen.

Despedimos a Cerati como un grande de la música actual, como un diablo con las mujeres, como un prodigio de la música y también como una de las figuras musicales más sobre valuadas que Argentina nos pudo regalar, como un verdadero perro, y que gracias a esto, me he tomado el tiempo de redactar para ustedes mi más humilde opinión personal.




P.D. Si quieren mentarme la madre, abajo está la caja de comentarios. Se los agradeceré enormemente.

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